Hay que detener a Netanyahu

Espacioindependiente nº 610, miércoles 24 de julio, 2024
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¡Detengan a Netanyahu!
Por un movimiento internacional contra la guerra y el genocidio

El 24 de julio se convoca concentración en Washington contra el genocidio, día en el que Netanyahu, primer ministro de Israel, se dirigirá al Congreso en sesión conjunta de Senado y Congreso. El invitado oficial, tanto por el partido demócrata como el republicano, y por las instituciones con más poder del imperio, está denunciado en los tribunales internacionales por crímenes contra el pueblo palestino, crímenes de guerra y lesa humanidad, crímenes de genocidio.
Y ello, en el momento que las principales ciudades palestinas han sido prácticamente destruidas por los bombardeos sistemáticos; donde falta agua, medicinas, alimentos… Y al número de víctimas que se calcula deberían agregarse los miles de personas que se encuentran sepultadas bajo los escombros de lo que antes eran ciudades.
Con la invitación a Netanyahu, las instituciones norteamericanas y los partidos que se alternan en el poder oligárquico desvelan su más absoluta complicidad con la guerra y el genocidio, financiando e impulsando la destrucción. Sólo en los meses de guerra, EEUU ha regalado para el genocidio la cantidad de 6.500 millones de dólares y prometido otros 14.000 millones, además de cantidad inmensa de material de guerra. Financia el conjunto de actos de represión y guerra “destinados a destruir total o parcialmente a un grupo nacional, étnico, racial o religioso como tal”, según dictamina el Estatuto del Tribunal Penal Internacional.
Después de más de nueve meses de guerra sin cuartel del Gobierno del Estado de Israel contra la población civil palestina, se discute en los medios internacionales, y en particular en los EEUU, si las acciones de Israel deben calificarse o no de genocidio, tal y como se ha formulado en la primera acusación presentada ante la Corte Internacional por Sudáfrica y otros estados. De entre las diversas definiciones de genocidio debe tenerse en cuenta, por ser una de las más aceptadas, la de la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio, adoptada por la ONU en 1948, que es la matriz sobre la que más tarde se redactaría la del Tribunal Penal Internacional y de la que cabe destacar la intención, el propósito de destrucción. El término genocidio fue establecido como tal por el abogado judío polaco Raphael Lemkin, y adoptado por la ONU, pero bajo control de los ganadores de la Segunda Guerra Mundial.
El Congreso norteamericano, y el gobierno que ha invitado a Netanyahu, son instituciones manchadas de sangre de un sin fin de guerras promovidas contra pueblos del mundo, como también son responsables del genocidio del Estado de Israel, por financiar y dirigir la masacre, por sus intereses de dominación de Oriente Próximo. De la misma manera que la Corte Penal Internacional estudia órdenes de arresto contra Netanyahu, y otros altos mandatarios israelíes, responsables de crímenes masivos, se debería señalar y condenar las responsabilidades criminales de los altos mandatarios norteamericanos. Los carteles que llaman estos días a la concentración ante el Congreso norteamericano el día 24 de julio, reclaman justamente la detención de Netanyahu para ponerle a disposición de la Corte Penal Internacional.
Es indudable que por el Estado israelí hay una intención general de destruir y acabar con todo vestigio de humanidad, para lo que se procede de forma sistemática a la deshumanización del pueblo palestino. El informe más completo sobre la situación de lo que está ocurriendo ha sido realizado por el Dr. Lee Mordechai, y recogido parcialmente por los investigadores judiciales, así como por sectores de la prensa independiente.
Tanto en Israel, como también en Alemania y en EEUU, debe denunciarse la existencia de políticas oficiales que niegan la libertad de expresión sobre el genocidio. Y lo niegan rotundamente, persiguiendo a aquellos juristas y profesores que se atreven a denunciarlo. Como también ha sucedido con la represión de las asambleas y acampadas estudiantiles, el Estado alemán parte de la falsa consideración de que es antisemita cualquier crítica a Israel, incluso si son realizadas por sectores de la misma comunidad judía.
El giro de los acontecimientos en los EEUU, tras el atentado fallido a Donal Trump, y la retirada de Biden de la carrera presidencial, viene expresado en los discursos fascistizantes de la Convención republicana, lo que prepara una verdadera guerra contra los inmigrantes, amenazando con la deportación de 18 millones de personas, atacando todos los derechos sociales y democráticos. Una casta política, la norteamericana, que trabaja por la “unidad nacional”, por los intereses de los financieros y fondos buitre, limitando toda acción política al ámbito estrecho de los “demócratas” de Wall Street” o a los “republicanos de extrema derecha”. Unidad nacional para financiar la guerra imperialista y el genocidio. Fue el mismo Biden, que ahora se retira de la carrera presidencial, quien al asumir el poder de la presidencia en 2021, manifestó: “necesitamos un Partido Republicano fuerte”. ¿Fuerte para qué? ¿para garantizar el apoyo a la guerra de Ucrania y el genocidio de Israel?
La Corte Internacional de Justicia de las Naciones Unidas, dictaminó recientemente que la ocupación israelí de Palestina es ilegal y llamó a todos los países a que no la permitan, haciendo referencia a los territorios ocupados desde 1967: Cisjordania, Jerusalén Oriental y Gaza. El tribunal acabó solicitando que “todos los estados deben cooperar con las Naciones Unidas para poner en práctica las modalidades necesarias para garantizar el fin de la presencia ilegal de Israel en el territorio palestino ocupado”. Exige que los países no deben “prestar ayuda o asistencia para mantener la ocupación ilegal”. Sabemos que el sistema imperialista de dominación de las NNUU por las grandes potencias, y por los EEUU en particular, no permitirá que las sentencias judiciales se puedan ejecutar, tal y como también sucede con las mismas resoluciones de la ONU sobre la cuestión palestina que no han sido en ningún caso respetadas.
La movilización internacional contra la guerra y el genocidio debe coordinarse, precisando las acciones que tengan mayor repercusión, dirigidas contra los intereses comerciales y diplomáticos del Estado de Israel en el eje de boicot total al Estado genocida. Justo ahora, cuando los mitos de la “democracia israelí” y del sionismo “como heredero moral de las víctimas del holocausto” se vienen abajo. El Gobierno español debe romper con su política de sumisión a los EEUU y la OTAN, que le lleva a sostener la guerra y el genocidio; tiene que personarse en las causas internacionales contra la guerra y el genocidio al lado de los países que levantan la voz contra la barbarie imperialista.
La tragedia del pueblo palestino no ha terminado. Su causa, que es evidentemente la de la resistencia por el derecho a existir, está también en manos de la capacidad de movilización de los trabajadores y pueblos del mundo, en tanto que de ellos también depende el boicot y la condena del Estado de Israel. Frente a la política imperialista tendente a la destrucción del pueblo palestino hay que levantar la bandera del derecho de los pueblos a decidir sobre sus propios asuntos, que se resume en la demanda democrática de República Palestina Libre, Constituyente Palestina, constituida en base a la igualdad de derechos de todos los ciudadanos, ya sean judíos, musulmanes o cristianos. Por un Estado democrático, laico, único en todo el territorio de Palestina, cuya forma y contenido determinará el pueblo soberano.
Los EEUU y sus intereses estratégicos en el mundo ha llevado al pueblo palestino a erigirse en bandera antiimperialista para los pueblos del mundo, y al Estado de Israel a un auténtico callejón sin salida: solo una