Más de 600 rondas de la dignidad en la Puerta del Sol: «Queremos que se juzgue al franquismo criminal»
La Plataforma contra la impunidad del franquismo cumple 12 años manifestándose en Madrid. Cumple este aniversario justo cuando se aprueba la Ley de Memoria Democrática, a la que critica por no permitir que se juzgue a los torturadores.
MADRID
ACTUALIZADO:
La madre de Julián Rebollo hacía un pan grande, maravilloso, que iba cortando en trozos. En su casa solo eran cuatro, pero ella cortaba más rebanadas. Él, que era pequeño, no entendía por qué su tía se quedaba con gran parte de ese manjar. Con el tiempo supo el por qué: a su tío, Gregorio Rebollo García, le habían matado en 1942 tras ser deportado al campo de concentración nazi de Mauthausen. En España dejaba una mujer y cinco hijos que, gracias a la solidaridad familiar, intentaban no pasar hambre.
Durante esta docena de años han visto pasar muchas cosas, sobre todo idas y venidas de promesas políticas a medio cumplir. Eso no les ha impedido continuar con su lucha acompañada de la fuerza necesaria para que no se olvide la historia: «Dicen que a mi tío le mataron los nazis alemanes, pero no, le mató Franco al decir que era un apátrida», sostiene Rebollo.
Conscientes de que la lucha debe ser colectiva, otros tantos como él se unieron en la Plataforma contra la impunidad del franquismo, y desde 2010 hacen la ronda en Sol. En sus cuerpos, las fotos de los familiares y allegados desaparecidos, fusilados, represaliados. Al estilo de las Madres de la Plaza de Mayo en Argentina, cuyo lema es «se los llevaron vivos y vivos los queremos», en este caso se manifiestan «para seguir manteniendo viva la lucha por la memoria histórica», tal y como comenta Rebollo.
Defender la legalidad
Esta ronda de la dignidad que se lleva a cabo todos los jueves del año a las 20 horas en las inmediaciones del kilómetro 0 agrupa a familiares de las víctimas, pero también muchas otras personas que reivindican dignidad para los asesinados y represaliados. Estas últimas se solidarizan con las primeras, entre las que se encuentra Juana León, de 77 años. Su padre, sevillano, militaba en el Partido Comunista de España al estallar la Guerra Civil. En cuanto Quiepo de Llano entró en la capital andaluza «arrasando», como apuntilla la activista, él marchó hacia Madrid.
«Mi padre, Francisco León López, nos enseñó a mi hermano y a mí que Franco se había levantado contra un régimen republicano votado por los pueblos del Estado español y que, naturalmente, era una ilegalidad lo que estábamos sufriendo», explica León.
El haber luchado con las fuerzas republicanas en la defensa de Madrid le valió dos años en un campo de trabajos forzados, en el que cada día esperaba para ser fusilado, como tantos otros. «Al final no lo mataron. En el juicio mintió, dijo que no sabía ni leer ni escribir cuando él conocía hasta el francés, y cuando salió se hizo albañil», rememora su hija.
Varios son los familiares de León reprimidos por el franquismo, hasta que su generación también empezó a luchar por la democracia. «Detuvieron a mi hermano en 1967, mientras hacía la mili, y después de apalearle en la Dirección General de Seguridad hasta perder el conocimiento, estuvo dos años entre las cárceles de Carabanchel y Palencia. Él no delató a nadie, solo declaró su pertenencia al Partido Comunista», explica. Ella consiguió librarse de la represión, ya que escapó con 21 años.
Romper con el silencio
«Nosotras no podemos pedir los mismo que las madres de la Plaza de Mayo en Buenos Aires a estas alturas, pero sí necesitamos que toda la ciudadanía sepa realmente lo que pasó durante los 40 años de dictadura franquista, una dictadura que se mantuvo mediante la represión continua, torturas, apaleamientos, asesinatos y muchas, pero mucha cárcel», desarrolla la propia León.
Ella, que aún recuerda cómo con unos 13 años su padre le dejaba encargada de guardar unos rollos de Mundo Obrero en la tienda que tenían para que otra persona los recogiera, no dejará de salir los jueves a la Puerta del Sol hasta que se cumplan sus demandas.
Junto a ella suele estar Julio Recuero, el vicepresidente de la Plataforma. Natural de Villanueva de la Serena, en Badajoz, a sus 71 años todavía no sabe dónde están enterrada su abuela materna. «A ella, Manuela Casado Díaz, el 17 de mayo de 1939, estando mi abuelo en el calabozo del pueblo, la sacaron de casa en una saca y sin juicio la fusilaron. Dejaron a tres niños indefensos, solos: mi madre María y mis tíos Leonardo y Carmen», relata.
Diferente ocurrió con su abuelo, Manuel Casado Nieto, miembro activo del comité de defensa del pueblo y concejal del PSOE. Tras ser detenido y llevado por prisiones de varias localidades, finalmente fue asesinado. Lo enterraron en el cementerio viejo de San Juan de Badajoz. «Nosotros seguiremos resistiendo todo lo que haga falta, haciendo nuestra ronda de la dignidad, para que se sepa lo que ocurrió en este país y lo que todavía ocurre», señala Recuero.
Una ley mejorable
Ahora están con los ánimos algo bajos, agrega el vicepresidente de la Plataforma, por la aprobación de la Ley de Memoria Democrática que ha ultimado el Gobierno del PSOE y Unidas Podemos.
Desde su punto de vista, «la ley no rompe con el modelo de impunidad del franquismo ni permite que las víctimas puedan acudir a la Justicia». Sí es cierto que ven ciertos avances en la norma, como destacar el papel de las mujeres en la contienda y que la historia de esa época de España se estudie en los centros escolares.
Por el contrario, también adolece de otros «déficits fundamentales», tal y como los define Recuero, ligados al acceso a la justicia: «La Ley de Amnistía de 1977, que blinda a los asesinos y torturadores, no se deroga. Esta ilegalidad e inseguridad jurídica para las víctimas contraviene el derecho internacional», sostiene este activista.
Similar es la opinión de León: «En España hay personas que firmaron sentencias de muerte durante una dictadura fascista. No se puede permitir el amparo de estas personas, también los inductores. No me importa que hayan muerto, solo quiero que salgan todos sus nombres a la luz y se les llame como lo que son: fascistas y presuntamente asesinos».
«Hay que juzgar al franquismo criminal al igual que se hizo en Núremberg con los nazis. Muchos torturadores siguen vivos en España, pero la Ley de Amnistía impide investigarles, como a Martín Villa, pendiente de imputación en la querella argentina como responsable de lo ocurrido en Vitoria, por poner solo un ejemplo», concretiza Rebollo.
Eso es lo que quieren todos ellos, y eso es lo que no dejarán de demandar todos los jueves del año, haga frío o calor, nieve, granice o llueva, en la Puerta del Sol a las ocho de la tarde. «Aquí estaremos, eso lo tenemos muy claro, hasta que el cuerpo aguante», concluye Recuero.